colores transparentes

Friday, May 18, 2007

Vivir y morir en La Sierra: reflejo de Latinoamérica

En medio de la selva colombiana un hombre camina por las serpenteantes calles de su barrio. Mientras las casas yuxtapuestas se derriten una sobre la otra por las verdes laderas, el efecto afrodisíaco que causa en las mujeres es evidente. El hecho de ser el líder de un grupo paramilitar, lo ha transformado en un verdadero semental, capaz de engendrar un ejercito, literalmente.

Con sólo 22 años lleva más de la mitad de su vida en combate, atributo que vuelve locas a las mujeres, en especial a las 6 que tienen la fortuna de ser parte de su harén y madres de sus 6 hijos. El decir que éstas féminas son mujeres, es prácticamente un eufemismo, ya que ninguna de las que han decidido hacer su aporte a la guerrilla como incubadoras, supera los 16 años. En muchos lugares del mundo, se estaría hablando de estupro; pero en la Sierra, es pan de cada día.

La Sierra, localidad en las afueras del segundo centro urbano de Colombia –Medellín- es habitada por adolescentes, paramilitares, indígenas y capos de la droga. Además de los desplazados internos de la guerrilla: cientos de personas que con tal de sobrevivir dejaron sus hogares y salieron en busca de un nuevo lugar en donde pudiesen vivir a salvo de amenazas de muerte y violencia que generan la guerrilla y el narcotráfico. El conflicto armado lleva más de cuatro décadas; ya nadie sabe cómo partió, y menos, cuándo ira a acabar.

Sólo en Colombia existen 3,8 millones de desplazados internos, cifra que se vuelve exorbitante, tomando en cuenta que en toda Latinoamérica son 4,1 millones. Muchos colombianos huyen dentro de su propia tierra, todo con tal de evitar ser una de las 40 victimas de asesinato por cada 100.000 habitantes que existen en el país.

En un mundo globalizado, que hasta el momento sólo ha generado mayores desigualdades, Edison, vestido como quien va a pasear a la plaza (bermudas rojas, zapatillas y una polera) sostiene un arma de proporciones y dispara al voleo en la oscuridad de la noche, con suerte le atina a algo y podrá dormir un poco más tranquilo, en el frente hay un enemigo menos.

Nacidos con la metralleta bajo el brazo, la vida de guerrillero pareciera ser la única realidad que conocen. No pueden renegar de ella y menos escapar. El circulo de la violencia tiene por único objetivo sobrevivir. Por lo que los Edison en Colombia son muchos; olvidados y segregados por el gobierno, han creado sus propias leyes, luchan bajo sus propios estandartes y llegar al atardecer respirando es la premisa del día. Si Edison no mata al de al lado, el día de mañana, éste lo matará a él.

Jesús, otro paramilitar, se droga sin cesar; cocaína o marihuana, en verdad da lo mismo, lo importante es olvidar. Y aunque es moreno y mestizo, al igual que el 80% de la población Colombiana, se lamenta que su hijo haya salido “negrito”. Pero bueno, que le va a hacer. No todos tienen la suerte de ser rubio y de ojos azules, como las personas que salen en los comerciales de la televisión.

Piolín, un dibujo animado de la Warner Brothers, estampado sobre una bolsa de feria es paseado por las calles la Sierra de la mano de una joven. La adolescente-mujer se llama Cielo, y por ridículo que parezca, quedó viuda a los 14 años y con un crío. Trata de surgir vendiendo dulces en los buses, pero con eso no le basta. La prostitución se transforma en la única forma que el sistema le permite para alimentar a su hijo, que aunque es un niño, ha jurado vengar la muerte de su padre. Cielo vende su cuerpo y su hijo se convertirá en sicario, pero Piolín sigue sonriente.

El Gobierno genera planes para terminar de una vez por todas con el conflicto. Lo negativo es que aun no se han dado cuenta que la guerrilla no es el único problema, que ese es sólo una parte de lo que tiene a Colombia hundida en la trinchera. El conflicto es que los habitantes de la Sierra, al igual que muchos en Latinoamérica, son las víctimas de un sistema en el que si no eres parte del engranaje, estas fuera.

El documental La Sierra, no es el testimonio de un caso aislado en Latinoamérica, sino que es el reflejo de las realidades que se viven en los más diversos rincones del continente. Lugares y sociedades que han pasado, culturalmente, de choque en choque. Sin tiempo para descansar y asimilar todo lo que les han impuesto durante siglos, en las conquistas de la tierra y de la mente.

Mientras la tecnología cada día más nos sorprende con un nuevo avance, los grandes líderes del mundo moderno se soban el lomo por los acuerdos que van firmando y todo pareciera ir avanzando, pero en verdad se queda estático. Los mismos de siempre siguen viviendo y muriendo en el silencio y el olvido, sin que nada alcance una verdadera solución: como un perro que se muerde la cola: no avanza ni retrocede, sino que se queda en el mismo lugar.

Son los habitantes olvidados de Latinoamérica: los niños de una fabela; los indígenas de la Amazonía que se han quedado sin hogar; los choros de una villa miseria; los flaytes de las poblaciones marginales; las zapatistas; las mujeres violadas, las niñas embarazadas, los niños y ancianos que viven en la calles, los trabajadores sin contrato, las prostitutas y temporeras. Si se mira más de cerca, al final, la Sierra somos tu y yo. Somos todos, pero a la vez ninguno.

2 Comments:

Blogger Ángel caído (al litro) said...

Creo que, lejos de todo el plástico y comida chatarra que hay, lo q se vive en La Sierra es la verdadera posmodernidad.

(d'oh, encontre la tesis pal ensayo, ahora q Palma ya me lo entrego)


será


abrazos Tutito lenda

3:41 PM  
Blogger CazaNovas said...

Esto me huele a trabajo..
Sabes tiutito, siempre he sentido la realidad de la sierra parte de una pelicula hollywoodense de rambo, o algo asi, asi q hasta q no este metido en medio de la selva, no afirmare ni creere nada q un documental de 50min me diga. algo radical pero prefiero, mirar eso con mis propios ojos.
saludos tutito

3:20 PM  

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