colores transparentes

Sunday, June 10, 2007

Entre dios y don sata

Gracias a la mala suerte que siempre me ha caracterizado, mis progenitores encontraron la mejor forma de atormentarme por el resto de mi vida al ponerme en un colegio católico y de señoritas. No sólo estaba privada de la compañía del sexo opuesto (lo cual me dejo una que otra tranca para poder entablar cualquier tipo de conversación con hombres durante los primeros años de mi adolescencia), sino que tenía que convivir diariamente con monjas que deambulaban como cuervos por los pasillos y con la tortura de sentirme una pecadora y tener que pagar por mis malos actos antes dios.

Recuerdo cuando comenzó a circular una carta por todo el colegio en la cual se describía el apocalíptico tercer secreto que la virgen de Fátima le había revelado a tres pobres niñitos (obvio, si no son pobres no funciona). El escrito hablaba sobre el fin del mundo, el cual se encontraba a días de suceder. Temblaría durante 7 días, diablos disfrazados de ángeles tocarían a tu puerta tratando de probar tu fe y la tierra se abriría para tragarse a todo los pecadores, entre los que obviamente me encontraba yo.

Y como no ser pecadora, si tenía pensamientos impuros, pelaba a mis compañeras, hubiera matado a un par de profesores de haber podido y la primera vez que comulgue sentí un asco espantoso y ganas de morir (el vino de misa es lo peor y además el 99,9% de las personas adultas que conocía dijeron que si se te pegaba la ostia en el paladar eras impura y ya comprenderán ustedes que la maldita se aferró a la parte superior de mi cavidad bucal como una lapa).

Lo más divertido es que yo ni siquiera leí la bendita carta, pero todas mis compañeras que lo hicieron terminaron con una cara de tres pisos, e incluso, una de ellas llegó al otro día con una cantidad industrial de frascos de vidrio, los cuales serían llenados con agua bendita (en la carta se recomendaba tener a mano grandes cantidades de dicho líquido para repeler a los enviados del cola de flecha).

Desde pequeña sentí miedo de lo que me decían que era dios. Todas las mañanas había que rezar, arrepentirse y dar gracias. Y yo no entendía por qué tenia que rezar si muchas de las palabras que salían de mi boca eran parte de un vocablo totalmente obsoleto y lejos de mis posibilidades lingüísticas, tampoco comprendía de que me tenía que arrepentir y menos le iba a agradecer a un dios que sólo me provocaba miedo.

Las dudas existenciales han sido una constante en mi corta vida y la dicotomía entre el bien y el mal se me hace pesada. El declararse agnóstico es tan simple y aunque la mayoría del tiempo lo soy, vuelvo a tener los mismos escalofríos que tenía cuando chica al pensar que un buen día de estos la tierra se abrirá y seré la primera en las garras de don Sata.

1 Comments:

Blogger CazaNovas said...

Yo me atore en la primera comunion, y casi me muero.
Aunq estudie en un colegio catolico, nunk al extremo del tuyo, q onda las monjas del apocalipsis?
Pero es como raro aveces sentirse pecador, es como q al haberte metido tus padres a un colegio catolico, por los menos saben q si haces algo malo, en tu conciencia te jodera algo, los restos de todas las cosas q alguna vez rezaste fervorosamente mientras intentabas engrupirte a una compañera enm plena misa (mi caso)
Nunk fui un deboto, no iba los primeros viernes a comulgar, sacaba la vuelta.

Saludos tutito, yo te acompañare cuando la tierra se abra, porq la cara de bueno es tan solo eso. jejeje

6:05 PM  

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